Las palabras no tienen sentido cuando nadie las comenta; y lo que es peor, cuando nadie las lee

Si yo supiera que alguien, si sólo una persona comentara estas líneas, me esforzaría en escribir algo que sea importante, pero como sospecho que nadie se detendrá a leer esto, entonces no lo haré. Es más, hasta podría escribir algo como: asdfdasfad asdfsadfas y no se daría cuenta: asdfasdfas asdfasdsa... jajaja.

Pero que ingenuo que soy, debería haber dibujado al lado de este texto al gato Silvestre atrapando a Piolín, o algo mejor, una pareja bailando “el perreo”, de esa manera habría captado vuestra inteligente atención... ¡ah! pero tampoco debo hacerme ilusiones, porque al fin y al cabo no lo leerá, solo observaría las imágenes y nada más; y como yo me quedo frustrado, tampoco le haré feliz, no podrá ver a una señorita, noventa-sesenta-noventa, bailando el coro de la canción de moda, y para que ni siquiera sus ojos pasen revista a estas letras, este texto no tendrá nada de color, además de un tipo de letra formalmente aburrido, y en tamaño pequeño.

Es más ¡no sé para que escribo esto!, las palabras no tienen sentido cuando nadie las comenta; y lo que es peor, cuando nadie las lee... claro que el color da sabor y los dibujos amenizan las ideas; pero, como usted sabe estimado lector, eso, no es necesariamente lo más relevante.

¡Ah! ya me acordé que tengo un buen pretexto para escribir esto, Carla me dijo que escribiera un artículo para esta semana.

Miguel Gallegos Velarde
(Al menos mi nombre está en negrita).










NOTA:
Este artículo fue elaborado y colocado en el periódico mural de mi clase (Facultad de Ciencias de la Educación de la UNSA).

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